vista fachada

Historia: Los antecedentes más antiguos de este edificio son de 1831 cuando sus propietarios, Carmen Ariza de García y Vicente Acha lo vendieron, por la suma de 38.000 pesos, a Juan Barnechea. En esa época la calle se llamaba “La Plata” (en referencia a la capital del Alto Perú, actual Bolivia) y la casa ocupaba el número 131 de la primitiva numeración.
A dos cuadras de la Plaza de Mayo, la casa de Barnechea estaba cerca del sector donde se desarrollaban las actividades políticas y comerciales, pleno centro económico y donde se establecieron importantes entidades bancarias. La zona era también residencial.
Cuando la ciudad creció, el entorno se modificó: se abrieron negocios e importantes confiterías, entre ellas “la del Gas” (Rivadavia y Esmeralda), “la del Águila” (Florida y Bartolomé Mitre) y el “Tortoni” (Rivadavia al 800).
En 1857 la calle La Plata tomó su nombre actual: Rivadavia.
En 1862 el inmueble fue vendido por la sucesión de Barnechea (en 450.000 pesos) a la cuñada del coronel Manuel Borrego, Inés Indart de Borrego. Cuando ésta falleció, en 1880, lo heredó su nieta, Inés Ruperto Borrego y Lezica.
La zona sufrió otro cambio importante con la apertura de la Avenida de Mayo (el 9 de julio de 1894, bajo la intendencia de Torcuato de Alvear).
En 1945, Saturnino José Unzué (único heredero de Inés Ruperto Borrego y Lezica, con quien se había casado) vendió la casa a la firma Incota SRL.
Después de ser inquilinato durante años, la casa fue recuperada con la apertura del Centro Cultural Catedral. Con este nuevo uso, el inmueble perdura como un testimonio arquitectónico destacado de nuestra historia.
Talleres, cursos, conferencias y encuentros políticos han tenido lugar en sus salones en los últimos tiempos.