Historia: La familia Cocitore, que introdujo en el país la primera máquina manual para fabricar helados, inauguraba en los comienzos del siglo la que se convertiría en la célebre heladería El Vesuvio, la primera de la Argentina. Dos personas debían operar la manivela del gran cilindro de cobre que, rodeado de hielo y sal, prescindía de la energía eléctrica para fabricar ricos helados. En 1920, para asegurarse la actividad del local durante todo el año, ampliaron su rubro a confitería, sirviendo chocolate con churros y una sabrosa pastelería.
Deambularon por el local -ubicado a pocos metros del Obelisco- personajes famosos, como Carlos Gardel, Juan Manuel Fangio, Alfredo Palacios, Luis Sandrini y Jorge Luis Borges, entre muchos otros. Y Astor Piazzola, con la poesía de Horacio Ferrer, plasmó en el tango La última grela su homenaje a El Vesuvio.
En la actualidad el lugar es sede de múltiples actividades culturales: muestras plásticas, presentaciones de libros, homenajes, que agregan un atractivo aún mayor a su oferta comercial y lo promueven como un sitio de referencia de la porteñidad para vecinos y turistas.
Hoy, trascurrido más de un siglo de su apertura, y a pesar de las tecnologías modernas, sus dueños se jactan de seguir elaborando un helado artesanal.