Martes 28 de Enero de 2020

Jardines que son refugio

“Biodiversidad”, “ecosistemas” y “naturaleza” son palabras que, en general, asociamos a las reservas naturales y a sitios que no han sido urbanizados. Sin embargo, los espacios verdes urbanos también pueden ser considerados sitios de conservación de biodiversidad.

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Un Jardín Botánico, en una ubicación urbana, es el mejor ejemplo posible. Pero desde hace varias décadas se desarrolla una nueva mirada de la jardinería urbana en todo el mundo, con diseños que apunten no solamente al disfrute estético sino también a aumentar la diversidad biológica en el ámbito de las ciudades.

Para lograrlo, estos espacios deben cumplir con ciertas premisas, muy relacionadas entre sí. Su aspecto debe resultar “espontáneo”; es decir que, al mirarlo, nos remita más a la naturaleza y nos trasmita un sentimiento bucólico y apacible. Por otra parte, su mantenimiento debe ser reducido, con ahorro de agua, de horas de trabajo y de productos fertilizantes o pesticidas. La diversidad, finalmente, es una de las claves: debe contener especies variadas (que pueden ser tanto nativas como exóticas no invasoras) con fácil adaptación al ambiente en el que se encuentran.

Las especies vegetales se eligen sobre la base de su posibilidad de ofrecer abrigo y alimento a una amplia variedad de componentes de la fauna urbana (aves e insectos) para que éstos conviertan al jardín urbano en un sitio de retorno y, así, a su vez, brindar servicios a las plantas como la polinización y la dispersión de las semillas. Se genera así entre ambos, comunidad vegetal y animal, un equilibrio.

De esta manera el jardín se convierte en un ecosistema que colabora con la conservación de la biodiversidad al tiempo que resulta en un lugar saludable de conexión con la naturaleza dentro de la ciudad.

Basándose sobre estos conceptos, el Jardín Botánico destinó un espacio para ponerlos en práctica, de modo de evaluar sus prestaciones, divulgarlas y que el lugar pueda ser apreciado por el público visitante.

El proyecto comenzó en septiembre de 2018 y su implantación se hizo desde cero, gracias al trabajo de la Téc. Laura Coultas. Actualmente, transcurrido un primer ciclo -y aunque todavía no está concluido- ya puede apreciarse su evolución. Muchas de las plantas están afianzadas y se ha convertido, como era de esperar, en hábitat de numerosos artrópodos y aves.