Lunes 10 de Octubre de 2016

La historia de un trasplantado de riñón, en primera persona

Mario Flores Henriquez, de 63 años, hace siete años y medio recibió un transplante renal en el Hospital Argerich que le “devolvió la vida” y que le permitió “recuperar muchas de las cosas que había perdido durante la hemodiálisis”.

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Uno de los participantes es Mario Flores Henriquez, de 63 años, quien hace siete años y medio recibió un transplante renal en el Hospital Argerich que le “devolvió la vida” y que le permitió “recuperar muchas de las cosas que había perdido durante la hemodiálisis”.

El pasado 1° de octubre fue uno de los asistentes al taller Transplant-ARTE en el Cine Teatro Brown del barrio de La Boca, que incluyó una muestra de teatro, artes plásticas y música, organizado por el Hospital Argerich, a través de su División de Nefrología y Trasplante Renal. El evento forma parte de las celebraciones que anticipan la conmemoración en 2017 de los 30 años del primer trasplante de riñón realizado en el Hospital Argerich.


Sobre la División Nefrología y Trasplante Renal

El inicio de la actividad fue en 1986, como División de Ablación y Trasplante Renal, teniendo como antecedentes el haber sido inaugurado en 1980 en el Hospital Durand, luego su paso al Hospital Oncológico y en 1987 se reinauguró en el Hospital Argerich, convirtiéndose en el primer servicio de trasplante en un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires.

A la fecha el Argerich lleva realizados más de 1000 trasplantes renales.

Además, tiene en seguimiento más de 500 pacientes trasplantados, realiza aproximadamente 40 trasplantes renales por año y efectúa 5000 diálisis crónicas por año y 1000 diálisis agudas por año.

Cuenta con la Sala de Internación con 25 camas, Sala de Diálisis con 12 puestos para pacientes con insuficiencia renal crónica y Hospital de Día. Asimismo posee dos médicos de Guardia por día para atender las necesidades de estos pacientes.


La historia de vida de Mario

Mario Flores Henriquez nació en Rio Bueno, una pequeña población de 30.000 habitantes en el sur chileno. Su historia de vida es dura, con golpes que lo marcaron desde pequeño, como la pérdida de su madre a los 6 años y la de su padre a los 11.

Comenzó su peregrinaje a esa corta edad, viviendo al inicio en situación de calle y sufriendo varias detenciones por vagabundear hasta ser alojado en un orfanato en Santiago de Chile.

Al cumplir 20 años decidió migrar a la Republica Argentina en marzo de 1973, antes del golpe militar en el vecino país. Vivió en Bariloche hasta 1978 y luego en San Martín de los Andes hasta 1981.

Durante su estadía en el Sur de nuestro país realizó distintos trabajos en comercios gastronómicos y desarrolló su pasión por el atletismo, siendo su especialidad el cross country.

En el año 1981 se instaló en la Ciudad de Buenos Aires, trabajando en GEBA (Club de Gimnasia y Esgrima). “Trabajaba y competía en el club. Los chicos de la calle tratamos de buscar alguna actividad en que podamos destacarnos y yo elegí el deporte, comencé a correr a los 15 años”, recordó.

Ya en 1985 se nacionalizó y conoció en el club a la que desde 1990 es su esposa, Teresa González Sánchez, con la que tienen un solo hijo, Mariano, de 25 años. También en GEBA conoció a quien en un futuro se convertiría en su nefróloga, que le diagnosticó la enfermedad renal en 1997.

“Un día nos encontramos con esta médica y le dije Amelia ¿me agarró el viejazo? Antes necesitaba 3000 metros para entrar en calor y ahora corro 1000 o o 1200 y se me sale el corazón por la boca! Como buena médica agarró el párpado, lo vio blanco y me dijo a las 7 de la mañana te espero en el Fernández y ahí descubrieron que tenía una insuficiencia renal”, rememoró.

La enfermedad que lo llevó a la insuficiencia renal fue la poliquistosis renal, que es hereditaria.

A partir de ese momento realizó un tratamiento de mantenimiento, hasta que ingresó a terapia sustitutiva renal (hemodiálisis) en el Hospital Fernández en el año 2006.

Posteriormente sus médicos lo pusieron en contacto con el servicio de trasplante renal del Hospital Argerich para efectuar los estudios pre-transplante e ingresarlo a la lista de espera del INCUCAI. “Uno esperaba esa bendita llamada día por día durante las 24 horas”, evocó .

Finalmente el transplante renal se produjo el 25 de abril de 2009, a través de un donante cadavérico.

La vida después del transplante es muy bonita. Te cambia 180 grados, sin exagerar, porque tus prioridades son distintas. Cuando nos dializamos o estamos en la lista esperando el transplante, tenemos un cuerpo de nefrólogos, técnicos y psicólogos que nos van preparando para ese período. Uno sabía lo difícil del post-operatorio, pero uno hace el 50%, el otro 50% lo hace ese enorme equipo donde uno encuentra contención. Es gente que se ocupa de vos hasta el último día de tu poca o mucha vida que te quede”, destacó.

Mario resaltó la “cofradía” que se da entre los pacientes transplantados. “El vínculo es más unido, de fortalecernos, ayudarnos…porque es muy normal que nos deprimamos un poco o estemos tristes. Yo me aferro a la vida con uñas y dientes”, enfatizó.

“La vida después del transplante es muy bonita. Te cambia 180 grados, sin exagerar, porque tus prioridades son distintas", afirmó Mario.

“A quienes estén atravesando una situación similar a la que yo viví les puedo decir que hagan sus exámenes pre-transplante lo antes posible, porque hoy gozamos de una ley en el país que ha agilizado mucho el transplante de órganos, que es la Ley del Donante Presunto. Les garantizo que tenemos muy buena calidad de vida, vamos a disfrutarla de otra forma completamente distinta. Hay que honrar la vida! Vale la pena estar vivo! Que nadie adelante mío venga a deprimirse o a bajonearse, voy a ser el primero que lo voy a estar apuntalando y ayudando”, subrayó.

Hoy a siete años y medio de aquella intervención que le salvó la vida disfruta la vida “día a día” y encuentra la felicidad en cada “sonrisa o momento compartido con mi mujer y mi hijo”. Además, nunca perdió su pasión por el deporte: camina con frecuencia y es miembro de ADETRA (Asociación de Deportistas Trasplantados de la República Argentina). No se resigna a volver a correr, y con las precauciones del caso, hace todo lo posible para poder competir en Mendoza, del 15 al 20 de noviembre en los “Juegos para Deportistas Transplantados”.

"Yo me aferro a la vida con uñas y dientes, día a día" (Mario Flores Henriquez).


Historia del Hospital

El Hospital General de Agudos Dr. Cosme Argerich, fundado en 1897, es uno de los hospitales más antiguos de la ciudad de Buenos Aires, que no nace por un legado hereditario, sino por una verdadera necesidad de los pobladores que se instalaron en la zona del Riachuelo a mediados del siglo XIX.

En el barrio de la Boca, al Sur de la Ciudad, brindó atención por largos años conservando su viejo emplazamiento en la calle Brandsen 555. En 1900 el aumento de la demanda determinó la ampliación de esta primera sala de auxilios en un nuevo edificio en Pinzón 546, hasta su actual localización en la calle Pi y Margall y la Avenida Alte. Brown.

En 1944 el nuevo edificio se transfiere al Ministerio de Obras Públicas. No obstante, la resistencia de los vecinos y la Asociación de Médicos permitieron que apenas un año después se restituyera el destino original del Hospital Argerich para brindar asistencia médica gratuita a su comunidad.