Lunes 21 de Mayo de 2018

Una ciudad para las mujeres

Por Fernando Straface, Secretario general y de Relaciones Internacionales de la Ciudad.

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En todo el mundo, las grandes ciudades son el centro de la demanda por la igualdad de género. NiUnaMenos, Me Too o Time’s Up son reclamos globales, que resuenan tanto en Buenos Aires como en México, Washington, París o Nueva Delhi. La desigualdad en las ciudades va desde la seguridad hasta el acceso al mercado laboral o el uso diferenciado del espacio público.

Para cerrar las brechas, el primer paso es tener mejores datos. Varios estudios demuestran que garantizar la autonomía física de las mujeres en una ciudad depende de variables como la seguridad en el transporte público, el alumbrado o el diseño y el acceso a la infraestructura. Según Metropolis Women, casi el doble de mujeres que de varones elige caminar como el principal modo de trasladarse (19% contra 10%). Sabemos, también, que los viajes de las mujeres suelen ser más complejos: a la ida y vuelta del trabajo se suman muchos otros viajes, relacionados con responsabilidades del hogar y la familia.

Los datos muestran que algunas políticas que parecen neutrales desde el punto de vista de género pueden beneficiar más a las mujeres. Políticas que ya se están implementando en la Ciudad, como instalar cámaras en colectivos y subtes, o un menor tiempo de espera en las paradas con el sistema predictivo contribuyen a reducir la inseguridad en el viaje, que afecta más a las mujeres. Lo mismo ocurre con las rampas en todas las esquinas o la iluminación 100% Led, mejoras que tornan al espacio público más accesible y seguro.

Algunas ciudades también analizan los datos de los espacios más seguros para las mujeres. La aplicación india Safetipin recoge información generada por los usuarios que señalan los lugares que perciben como peligrosos. Así, pueden ver qué camino tomar para evitar situaciones de inseguridad. Otras aplicaciones permiten elegir choferes mujeres a la hora de pedir un taxi.

Tener más información permite diseñar con mucha más precisión políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades. Pero es solo el punto de partida. Buena parte del esfuerzo para cerrar las brechas exige avanzar en las autonomías económicas y en la toma de decisiones, que interpelan al sector público y al privado.

Para esto también es necesaria la información. La brecha salarial en Buenos Aires es del 19% según los datos del Sistema de Indicadores de Género de la Ciudad, recientemente lanzado. El Reino Unido acaba de completar su primera encuesta sobre brecha salarial, de la que participaron 10 mil empresas de más de 250 empleados. La brecha allí es del 12%. A raíz de esta encuesta, muchas empresas anunciaron planes y programas para acortar la brecha, o para terminar con ella en años próximos.

La brecha también se verifica en la baja representación de las mujeres a medida que se asciende en cualquier escalafón, en organizaciones públicas y privadas. Las diferencias se disparan a partir de la maternidad. En su artículo “Por qué las mujeres aún no podemos tenerlo todo”, publicado en The Atlantic, Anne-Marie Slaughter, ex directora de Planificación Política durante la presidencia de Obama, propone algunas medidas para favorecer las carreras profesionales femeninas. El artículo es una invitación a que los gobiernos, las empresas y las personas repensemos qué valoramos y cómo nos estamos organizando. Slaughter aboga por cambiar la cultura del tiempo presencial y propone organizar, en la medida de lo posible, el trabajo que requiere presencia física durante las horas escolares. En este sentido, los Centros de Primera Infancia de la Ciudad tienen un efecto doble: garantizan el desarrollo de los más de diez mil chicos que asisten, y liberan tiempo de cuidado de cuatro mil madres y padres, que en esas horas pueden trabajar o estudiar.

El camino a la igualdad es largo y requiere avanzar en muchas dimensiones al mismo tiempo. En todo el mundo, las ciudades son el territorio ideal de esa transformación, que impone cambios urgentes tanto en el sector público como en el privado.

Nota originalmente publicada en Perfil.com