Jueves 06 de Julio de 2017

Una agenda urbana con impacto global

Por Fernando Straface, Secretario general y de Relaciones Internacionales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Compartir en Redes

La vida es cada vez más metropolitana. Es así en todo el mundo, pero en la Argentina el fenómeno es más marcado: hoy, casi el 90% de nuestra población es urbana.

Las ciudades son el territorio principal de las políticas y eso las vuelve determinantes en el concierto mundial. Sin embargo, forjadas en el mundo del Estado nación, las relaciones internacionales no consiguieron aún canalizar la potencia de las ciudades como vector de transformación.

En 2018 habrá una oportunidad para que esto cambie. La ciudad de Buenos Aires será anfitriona de la reunión anual del G-20. Y las ciudades pueden ser parte de la conversación.

La reunión es una oportunidad para que ciudades como Nueva York, París, Shanghai, Ciudad de México o Buenos Aires lleven la nueva agenda urbana al foro y aporten a una discusión global que es cada vez más urbana. Los refugiados, la inequidad o los cambios en el mercado de trabajo por la irrupción de la tecnología son desafíos eminentemente urbanos. Esta agenda afecta las grandes ciudades, independientemente de su ubicación geográfica, nivel de ingresos o ideología de sus gobiernos. Un barrio desaventajado de París comparte desafíos de integración y resiliencia social con barrios semejantes de la Ciudad de México o Buenos Aires.

El G-20 no es inmutable, cambia. Se creó en 1999 tras las recurrentes crisis económicas y financieras nacionales, que rápidamente se propagaban. Entonces, los líderes de las siete economías más importantes del momento -Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido- acordaron participar a los países emergentes para discutir los problemas del sistema internacional.

En 2008, con la convocatoria del presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, los jefes de Estado empezaron a asistir a las reuniones del foro. Hasta entonces los países eran representados por ministros de Hacienda o Finanzas y presidentes de bancos centrales. Así, el G-20 adaptó su agenda a las nuevas realidades globales y amplió la participación a nuevos actores del sistema internacional. Las cumbres de jefes de Estado son su centro ineludible, pero se alimentan de discusiones previas de ministros y foros con actores públicos y privados.

El G-20 es la instancia de coordinación y cooperación económica y política más importante del mundo. Tres países de América latina integran el grupo: la Argentina, Brasil y México. En 2018 nuestro país ocupará la presidencia.

Sumar las grandes ciudades al G-20 ampliaría los temas y aportaría al debate sobre el desarrollo sostenible. Esta participación puede alimentarse del trabajo de espacios como el C-40, red de ciudades que trabaja para adaptarse al cambio climático. Recientemente, el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, se reunió con los alcaldes de París, Anne Hidalgo, y Berlín, Michael -, que adhirieron a la necesidad de debatir la agenda urbana global en este grupo.

La edición argentina del G-20 encuentra a Buenos Aires preparada para promover esta iniciativa. La coordinación política entre el gobierno nacional y el de la ciudad permite impulsar, desde la presidencia del G-20, la incorporación de las ciudades al foro.

La reunión del G-20 en la Argentina será otro gran hito en la revalorización de las relaciones multilaterales que el gobierno nacional impulsa. Las ciudades tendrán en ella un espacio para incorporar al diálogo de alto nivel una agenda urbana con impacto global.

Nota publicada en La Nación