Miércoles 23 de Abril de 2014

Se estrena "Duramadre" en el Centro Cultural San Martín

Es un ritual de movimiento extremo que forma parte de KM29, proyecto de investigación y creación iniciado en el 2010, que combina diferentes lenguajes artísticos par ala experimentación y el intercambio humano

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El viernes 25 de abril se inaugura Duramadre, un espectáculo artístico de experimentación e intercambio humano, en la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551).

Las funciones son el viernes 25, sábado 26 y miércoles 30, a las 21, y el domingo 27, a las 19.

Duramadre" es una producción de **KM29, que es un proyecto de investigación y creación, iniciado en 2010, que dialoga con diferentes lenguajes artísticos en pos de la experimentación y el intercambio humano. Luego de cinco años de producción vinculados a las artes escénicas y al cine, KM29 viene desarrollando desde el 2012 su segunda obra, después de cuatro multitudinarias temporadas con Los posibles.

Duramadre es un ritual de movimiento extremo, una experiencia radical que sostiene activo nuestro inclaudicable deseo de ser un grupo, un cuerpo común-compartido sensible y potente que multiplica lo que somos individualmente. Existe algo común a todos. Duramadre es un intento por hacer presente esa fuerza.

Sobre KM29

Por Agustín Mendilaharzu.

El siglo veinte llenó de posibilidades nuevas el ámbito de las relaciones entre objeto y concepto en la obra de arte. Antes y después de eso (un largo antes y un trabajoso después) existieron, en todas las artes, grandes obras que lograron contener, en un mismo gesto, la belleza y la idea. En esa línea se ubica el trabajo del grupo Kilómetro 29. En él conviven, en hermosa tensión, la expansión formal y la potencia conceptual. El brillo de una no implica el retroceso de la otra. Los artistas pueden entregarle al público su intrincada maniobra con generosidad desbordante, sin por ello sojuzgarlo ni alienarlo. No necesitan renunciar al dominio de la forma para que se vea que están pensando e investigando. La dimensión ideológica aflora sin perjuicio de la fuerza plástica.

Hace ya muchos años que, en contra de todo esto y en nombre de una modernidad mal comprendida, los circuitos de legitimación artística nos aburren ensalzando obras que confunden opinión con reflexión, retórica con lucidez, ocurrencia con genio, autorreferencia con compromiso, mezquindad con sobriedad, tibieza con sutileza, impericia con innovación, chantada con sofisticación, canchereada con elegancia, medianía con democracia.

Proyectos como Kilómetro 29 ayudan a que el arte recupere sus formas más legítimas y poderosas de operar sobre la realidad.