Cada cambio de estación renueva las góndolas de frutas y verduras, invitándonos a variar nuestros menús. El hábito de los consumidores de atender a las temporadas de producción evita que enormes cantidades de alimentos se deterioren y desperdicien.
Aunque los métodos industriales de conservación de los alimentos se han extendido mucho gracias a la congelación y las refrigeraciones controladas, el consumo de productos de estación tiene muchísimas ventajas.
Si bien hay productos de estacionalidad más marcada que otros, las frutas y verduras frescas nos ofrecen un mejor aporte nutricional. También su olor, sabor y textura son mejores. Además, generalmente resultan ser los más económicos ya que hay mayor disponibilidad y, al aumentar su oferta, baja el precio.
Al consumir alimentos de estación también respetamos el medio ambiente porque, entre otras cosas, se necesita menor riego para los cultivos, y por ende se ahorra agua y se gasta menos energía.
Algunos productos de invierno son:
Verduras de hoja, como acelga y espinaca.
Verduras de raíz, como papa, batata, zanahoria y remolacha.
Berenjena, hinojo, puerro.
Hongos.
Crucíferas: brócoli, coliflor, repollitos de bruselas.
Cítricos: quinotos, mandarinas, naranjas, limón.
Pera y banana
