Si bien el Autódromo Oscar y Juan Gálvez suele tener actividad casi todos los fines de semana, este que pasó hubo un movimiento por demás superador al cotidiano. Ya desde el viernes, cientos y cientos de personas se acercaban a esa zona del barrio de Villa Lugano para ir buscando un lugarcito para lo que estaba por venir dos días después. Ya el sábado, la vigilia era con asadito y carpas para no quedar relegado de la gran fiesta que se estaba preparando puertas adentro de la Catedral del automovilismo nacional.
La madrugada del domingo encontró una General Paz atestada de autos, que avanzaban a paso de tortuga. Todos confluían en la Avenida Roca, la entrada al Autódromo de la Ciudad. Es que ahí, en pocas horas se estaba por desatar una fiesta única en el deporte de los fierros: la celebración de los 80 años del Turismo Carretera, la categoría emblemática del deporte motor.
A medida que la mañana avanzaba, la marea de gente iba copando las tribunas y palcos del mítico circuito porteño, en tanto que del otro lado de la pista, en boxes, el movimiento era incesante. Mecánicos metidos dentro de los motores poniendo a punto los autos para afrontar los “1.000 kilómetros de la Ciudad”, que demandarían seis horas de competencia. Los pilotos entre tanto, se concentraban para soportar la dura carrera que tenían por delante.
El sol ya calentaba todo el Autódromo y a poco de comenzar el show, autos que hicieron historia en el TC desfilaban por la pista, como así también un avión que combatió en la Guerra de Malvinas, lo cual despertó un cerrado y emotivo aplauso por parte de las 70.000 personas que concurrieron al Gálvez al gran festejo.
Con los autos en la pista, ya ultimando detalles para comenzar la agotadora competencia, el Presidente de la Nación, Mauricio Macri dio la orden de encendido de motores. El rugir de los motores no se hizo esperar y ahí comenzaron a agitarse las miles y miles de banderas de Ford y Chevrolet, las marcas más representativas del TC, aunque Dodge y Torino, en menor medida dijeron presente con cientos de fanas que se hicieron sentir.
La carrera comenzó a horario y los 44 autos se lanzaron con todo su potencial en busca de la victoria. Despistes, sobrepasos emocionantes, abandonos, entradas rápidas a boxes para cambiar gomas, cargar nafta o reparar alguna falla, todo un cóctel que hizo de los 1.000 kilómetros de la Ciudad, una carrera que ya es inolvidable. La ganó Juan Manuel Silva con Ford en un final palo y palo con Guillermo Ortelli (Chevrolet).
La fiesta de los 80 años del Turismo Carretera convocó a miles de fierreros y también a personalidades que no quisieron perderse este show único. El Vicejefe de Gobireno de la Ciudad, Diego Santilli, uno de los principales impulsores de la puesta a punto del Autódromo y del barrio, concurrió con sus hijos para disfrutar el espectáculo. Tampoco se perdieron los festejos el Subsecretario de Deportes de la Ciudad, Luis Lobo, el Secretario de Desarrollo Ciudadano, Matías López, como tampoco otros funcionarios nacionales y de la Ciudad.
Más de 70.000 personas vibraron con los "1.000 kilómetros de la Ciudad", que coronaron al "Pato" Silva como el gran ganador del festejo de los 80 años del TC.
La gran celebración del TC dejó un saldo más que positivo desde lo deportivo, emotivo y estructural. El Autódromo dio claras muestras de que está preparado para afrontar este tipo de competencias y de mayor nivel también. Y aún falta lo mejor que está por venir.
