En la era de la inmediatez y la información, la tecnología se convirtió en protagonista de diferentes experiencias de los seres humanos. Está presente en las relaciones sociales, en la educación y en las jornadas laborales. Transformó nuestras rutinas, nuestros hábitos cotidianos y la manera de pensar el trabajo.
Desde hace más de 20 años observamos que la agenda global cambió y seguirá haciéndolo con el fin de mejorar la calidad y el rendimiento laboral. No solo incrementó la demanda en el sector IT, aumentaron las capacitaciones y la formación en nuevas tecnologías, sino que el mundo migró -lentamente- a los beneficios de la tecnología a partir de su capacidad generar productividad y eficiencia.
Hoy, todo se rige a través del software, el hardware. Todo es inmediato y estamos hiperconectados en múltiples pantallas.El trabajo en relación de dependencia no es lo único que prevalece en la agenda laboral, y cientos de jóvenes deciden emprender apoyados en los avances tecnológicos.
En el siglo XXI, no podemos pensarnos por fuera del cambio y la innovación de la tecnología. Su constante avance crea nuevos espacios laborales, nuevas oportunidades de empleo y maneras de trabajar y, por lo tanto, nuevas sinergias.
En este escenario, la capacitación y la formación son indispensables para construir un futuro mejor. Y potenciar las herramientas que brinda la tecnología es fundamental para el nuevo mercado laboral.
No se puede predecir exactamente qué nuevos empleos surgirán en el futuro, pero es probable que muchos de ellos estén relacionados con la interacción social y la creatividad.
Trabajemos activamente para prepararnos en este pujante, dinámico e innovador mercado laboral, donde la creatividad, la empatía y las habilidades blandas van a ser fundamentales para el desarrollo y desempeño de los actuales y futuros talentos.
Por Ezequiel Jarvis, Subsecretario de Trabajo, Industria y Comercio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.