Vanitas Virtual de Elisa Insua

Luego de dos años trabajando en Europa, Elisa Insua vuelve a la Argentina con la que será su exposición más grande hasta el momento y la primera en un espacio público de la Ciudad

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SAB 02/11 al DOM 22/12 | Sala Laberinto
Horarios: martes a jueves de 14 a 19 h y viernes, sábados, domingos y feriados de 10 a 21 h

Reconocida por su talento para conjugar en sus obras referencias de cultura popular con una estética barroca, en ‘Vanitas Virtual’ la artista invita a reflexionar sobre el concepto de vanidad en la era de las redes sociales, y sobre la relación entre la búsqueda de la notoriedad y la abundancia económica. La muestra juega con las dos acepciones de la palabra ‘vanidad’: aquella que remite al afán de ser admirado se vincula con la que se refiere a la vacuidad e insignificancia. ¿Qué tan problemática es esta relación? ¿Cuáles son los nuevos paradigmas de fama y cómo se relacionan con el mundo económico? ¿Qué implicancias tiene el desdoblamiento de la personalidad en un “yo físico” y un “yo virtual”? Estas son algunas de las preguntas que introduce Insua, con sus ya característicos humor e ironía. Y lo hace, una vez más, poniendo en primer plano la materialidad, redescubriendo y resignificando objetos de la vida cotidiana.

Elisa Insua
Nació en Buenos Aires en 1990. En 2011 completó la Licenciatura en Economía Empresarial en la Universidad Torcuato Di Tella. Comenzó su práctica artística de forma autodidacta a los dieciséis años, realizando ensamblajes y esculturas a partir de materiales de descarte. Paulatinamente fue fusionando su práctica artística con conceptos relacionados a la economía y el consumo. En los años siguientes estudió escultura con Miguel Harte y realizó clínicas de obra con Fabiana Barreda, Diego Bianchi y Ernesto Ballesteros. En 2014 realizó su primera muestra individual, "Escaleras al Cielo" en Plataforma (Córdoba, Argentina), seguida por "Más es más" en Espacio Modos (Buenos Aires, 2016) y “Quid Pro Quo” en APPA (Madrid, 2018). Ha participado de exposiciones colectivas como “Lúdica” en MACSur (Museo de Arte Contemporáneo del Sur, 2018), “Memento Mons” en el museo Beaux Arts Mons (Mons, Bélgica, 2019), “Omisión Ligera” en Cerquone Projects (Madrid, 2018) y “Proyecto Vergel” en María Casado HG (Buenos Aires, 2016). En 2016 fue becada por Vermont Studio Center para realizar allí una residencia y al año siguiente se trasladó a Madrid, España, donde actualmente vive y trabaja.

Texto Curatorial

Las redes sociales ocupan un alto porcentaje de nuestro tiempo y ya cuesta distinguir qué vida nos pertenece a nosotros y cuál a nuestros avatares virtuales. Ante este desdoblamiento de nuestra identidad, la revisión del mito de Narciso es hoy más pertinente que nunca en una sociedad indudablemente ególatra donde el patrón oro de la fama ha sido sustituido por la circulación fiduciaria de la notoriedad. Hoy Narciso se vería reflejado en la pantalla del celular y pasaría horas mirando su propio perfil de Instagram. Vivimos un presente material cargado de convencionalismos y nuestro presente virtual no parece ser otra cosa más que la evidencia de nuestro paso por el mundo. Las conversaciones que mantenemos mediante los diferentes dispositivos solo son accesibles a través de esos mismos aparatos. Para revisitarlas es necesario acudir al celular, una herramienta que hoy se ha convertido en una prolongación más de nuestro ser. Esto nos está obligando como especie a una externalización progresiva de nuestras capacidades, llevándonos a una situación que Slavoj Žižek acertó en definir como el “devenir máquina” del ser humano. Somos cada vez más dependientes de estas artificialidades. Surge de esta forma una dependencia y un culto al celular, así como una nueva hagiografía contemporánea donde las alabanzas son dirigidas ya no a la figura del santo sino a la de influencers y celebridades. Estas nuevas divinidades comienzan a acaparar una creciente porción de la abundancia económica: la “Mano Invisible” de Adam Smith ya no es un fenómeno misterioso y anónimo, sino que son nuestras propias manos, dando “Me Gusta” y “Seguir”, las que dirigen y reorganizan esta nueva economía. Podríamos tomar cada perfil social como una muestra de la fugacidad con la que pasa la vida, el memento mori del siglo XXI o la imagen de un vánitas donde la simbología de la calavera sería sustituida por la carcasa de un móvil que nos recuerda lo que algún día fuimos. En su interior, una tarjeta de memoria guarda los recuerdos que no fueron colgados en la nube, mientras que los que sí lo fueron pasan a la eternidad. En Vanitas Virtual se retrata con ironía el vértigo contemporáneo al anonimato y el culto a la vanidad y la fama pasajera, dos conceptos que encajan con la idea de modernidad líquida propuesta por el filósofo Zygmunt Bauman. La aspiración por alcanzar la eternidad que ha tenido tradicionalmente el arte ha sido suplantada por la fama y la notoriedad, deseos más cercanos a la sociedad de consumo. En la posmodernidad, la idea de inmortalidad se ha deconstruido y hoy podríamos hablar de “inmortalidades momentáneas”. Dentro de este nuevo paradigma, el arte, como acto creativo, se convierte en una de las pocas realidades que permiten convertir lo efímero en un tema eterno. El consumo es lo opuesto a la inmortalidad, en su esencia está desvanecerse; dejar de existir. Así, los usos del consumo, en palabras del propio Bauman, atribuyen al arte una función totalmente distinta a la que solía tener: la de compensar y equilibrar lo perecedero y mortal de las cosas propias de lo cotidiano. Esta inmortalización de lo descartable queda reflejada en la materialidad de las obras expuestas, realizadas íntegramente con lo que llamamos “basura”. A través de su obra, Elisa Insua analiza la realidad que nos rodea prestando especial atención a los flujos de la economía, la idea del hedonic treadmill (la tendencia del ser humano a volver a un nivel relativamente estable de felicidad a pesar de los incrementos en la riqueza o de la consecución de grandes logros), el consumismo irresponsable y las deformaciones del capitalismo tardío. El dorado, que habitualmente se manifiesta en sus piezas, es un recurso metafórico que vincula lo sagrado y lo profano trasladando sus antiguas connotaciones a los temas y preocupaciones contemporáneos. Aquí, la asignación de valor se invierte, lo fugaz se transforma en eterno y lo banal se transforma en divino.

Gratis

Sala Laberinto, Usina del Arte (Caffarena 1, esq. Pedro de Mendoza)

Caffarena, Agustin R. 1