Periódico Plural

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editorial

En Buenos Aires, como en muchas grandes ciudades, junto a una vida cultural inconmensurablemente rica y junto a ofertas para toda clase de interés, conviven grandes contrastes –en términos de diferencias de acceso– y desigualdades.

Uno de los más graves es, tal vez, el que reconoce a ciertas zonas de la ciudad como «villas»: espacios urbanos donde, entre la pobreza y la pelea por una vida digna, el imaginario social parece asociar otras legalidades, otra temporalidad, otros parámetros subjetivos. Y la escuela es una de las brújulas más eficaces en este contexto incierto.

Por eso, en el centro de una comunidad de Barracas a partir del ciclo lectivo 2009 abre sus puertas una nueva escuela pública secundaria: la Escuela N.º 6 del Distrito Escolar 5, necesidad que los vecinos venían reclamando infructuosamente desde hace 15 años al mismo tiempo que la población crecía.

Celebramos con orgullo poder cumplir una promesa pretérita pendiente; hoy la escuela está repleta de alumnos y con una amplia lista de espera. Al igual que las otras decenas de escuelas que abrimos desde el inicio de mi gestión, inauguramos esta con discreción, sin cintas ni ruidos mediáticos, sí con toda la mística que nos exige ser educadores políticos, esto es, dejar de esperar milagros y atrevernos a avanzar.

Insistimos, la escuela secundaria N.º 6 funciona como una brújula. No solo porque conecte la comunidad al mundo con sus saberes, sus libros, sus computadoras con internet, aun a pesar de las limitaciones tecnológicas. Funciona como una brújula porque se erige en ella un ritual de dignidad y de oportunidad educativas.

La Bandera argentina de esta institución del histórico barrio de Barracas muestra día a día que allí donde se suele ver una «villa», hay una comunidad que merece una educación de calidad, justamente, para que esta herramienta sea reconocida por todos como un «barrio» del sur de la Ciudad. La Bandera argentina en esa escuela condensa el logro compartido entre el mérito de los educadores y la responsabilidad del Estado, y por eso se activa un Proyecto Escuela original, creativo e independiente, basado en la indiscutida autoridad pedagógica de los maestros.

La «Bandera» es lo que todos tenemos en común, representa el grado máximo de inclusión educativa, ya sea que discutamos, acordemos o disintamos; en eso consiste el juego genuino de la democracia: pensar distinto sin dejar de hacer lo que somos responsables de hacer, cada uno desde el lugar que le toque ocupar.

En este Día de la Bandera, como hoy he querido hacerlo con el ejemplo de la escuela N.º 6, cada institución puede invitarse a pensar qué representa este símbolo flameante en esta coyuntura, en esta realidad, ante estos dilemas del día de hoy. Así, la Bandera será cada vez menos un sinónimo de rito patriotero vacío, y cada vez más un emblema de libertad que nos eleva.

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