Murales de Buenos Aires

Reseña Histórica

La pintura mural, por definición, es aquella obra de arte que forma parte inseparable de los espacios arquitectónicos. No nos referimos a una composición plástica independiente, más cercana a la pintura de caballete, sino que se encuentra profundamente vinculada a los muros de la arquitectura sobre los que se asienta. Por sus dimensiones y su ubicación en el espacio arquitectónico, el arte mural es también un medio de transmisión sociocultural, que necesita para mostrarse, insertarse en un ámbito de exposición pública. El comienzo de la pintura mural fue la iconografía de las pinturas rupestres, luego el arte mural surgió en las ciudades antiguas, en sus plazas, templos, viviendas y tumbas; ilustrando escenas de la vida cotidiana y del universo religioso. Las escenas de los libros sagrados, tuvieron también la misión de transmitir la historia y la fe de las religiones organizadas. En la era moderna, el mural se ha identificado con las luchas revolucionarias y de búsqueda de cambios sociales entre oprimidos y opresores. La más importante obra de arte del siglo XX, el "Guernica" del artista Pablo Picasso, es el máximo exponente del arte mural como protesta ante la guerra civil española.

En nuestra ciudad, desde la primera mitad del siglo XVIII, se realizaron murales sólo en el ámbito de las iglesias. Cuenta el Arq. José María Peña que el mural más antiguo de Buenos Aires se ubica en la Iglesia del Pilar, ocupando la pared trasera del altar de la Dolorosa. Ejecutado al fresco, data de 1735. También nombraremos las obras decorativas de Jean León Palliére (1823 - 1887), en el Coliseo Argentino, primer teatro de envergadura de Buenos Aires, inaugurado el 16 de julio de 1804. Estaba ubicado en la esquina de las entonces San Martín y La Merced (actuales Perón y Reconquista). Demolido en 1873, los frescos desaparecieron con el edificio.

Francisco Paolo Parisi, autor de las pinturas murales de la Catedral Metropolitana ganó el concurso que le permitió realizarlas; todas obras en las que utilizó la técnica del encausto, consistente en mezclar los colores con cera fundida. Este pintor italiano se radicó en Buenos Aires hacia fines del siglo XIX, pintando numerosas obras en la Catedral, que iniciadas en 1890, se mostraron a los feligreses un año después. De la misma época son los murales del cielorraso de la antigua farmacia La Estrella, de Carlos Barberis. Otro artista de la escuela italiana fue Nazareno Orlandi, cuya obra clásica puede apreciarse en numerosos edificios de carácter público: la Iglesia del Salvador, el Colegio Mariano Acosta, el Salón Dorado de la Casa de la Cultura (ex edificio de La Prensa) y el hermoso edificio del que fuera el Cine Teatro Grand Splendid, entre otros.

Los murales a modo de decoraciones de cielorrasos y ornamentación de salones, se extienden en los edificios de la ciudad. Las escuelas italiana y francesa y sus temáticas, van marcando las corrientes estéticas de la generación del 80, la arquitectura de la Ecole des Beaux Arts y la Argentina del Centenario. El trabajo conjunto de arquitectos, decoradores muralistas, diseñadores de vitraux, pintores y la elección del mobiliario, tendía a la unidad de los valores estéticos de la "belle époque". Los murales del artista catalán José María Sert y Badía, en los cielorrasos del ex Palacio Pereda, hoy Embajada del Brasil; los frescos del Palacio San Martín; los admirables vitrales del Teatro Colón y del Palacio Paz, son claros ejemplos del notable desarrollo que en este lapso adquirieron las decoraciones de muros, como detalles de real magnificencia.

A fines del siglo XIX, los murales se observan tanto en interiores, como en las fachadas de edificios de estilo art nouveau, también conocido en algunos países europeos como Jugendstil, Modern Style, Liberty, Floreal. En nuestro medio son de gran valor las obras continuadoras de las vertientes del Modernismo Catalán y la Secesión Vienesa, especialmente representados por la obra de Julián García. Hemos seleccionado en esta muestra, los edificios de Moreno 1330/32, Paraguay 1330 (La casa de los azulejos), Av. Rivadavia 2031 (La casa de los lirios), Luis Sáenz Peña 274 del Arq. Julián García, así como las del Arq. Virginio Colombo de Av. Rivadavia 3220 e Hipólito Yrigoyen 2562. El aporte del art nouveau al paisaje de la ciudad, conserva su notable calidad plástica. En estos edificios, las fachadas y muros interiores presentan ornamentaciones con relieves escultóricos, y/o también, hermosas combinaciones de azulejos, cerámicos, mayólicas y vidrios pintados.

Hacia 1930, el art nouveau deja lugar a otras expresiones vanguardistas, en la que arquitectura del Bauhaus y los aportes racionalistas comienzan a arribar a estas tierras. La década del 30, marca la irrupción del movimiento muralista mexicano, desde las enseñanzas y postulados de David Alfaro Siqueiros (1890 - 1974), Diego Rivera (1886 - 1957) y José Clemente Orozco (1883 - 1949). Siqueiros ansiaba trasladar la experiencia mexicana a otros países sudamericanos, con pinturas que exaltaran las luchas sociales, combatiendo los privilegios de clase, reivindicando las culturas precolombinas, defendiendo la revolución contra el capitalismo y sobre todo, siguiendo la consigna: "¡Abajo la pintura de caballete!". La obra de Siqueiros titulada "Ejercicio Plástico", para la quinta de Don Torcuato "Los Granados", del director del diario "Crítica" Natalio Botana, fue pintada en 1933. Del equipo participaron Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y Lino Enea Spilimbergo. El carácter de los murales mexicanos y su fuerte contenido revolucionario, no fue dominante en Argentina. Las condiciones políticas eran otras y al respecto Berni escribió: "Tomar como pretexto la voluntad de hacer una experiencia técnica no puede justificar la ausencia de contenido. Siqueiros, para realizar una pintura mural, tuvo que tomarse a la primera tabla que le ofrecía la burguesía" Berni, era partidario de hacer cuadros de gran tamaño que pudieran transportarse, como sus obras: "Chacareros", "Desocupados" y "Manifestación".

En 1944, nace el Taller de Arte Mural, formado por Juan Carlos Castagnino, Antonio Berni, Demetrio Urruchúa y Lino Enea Spilimbergo. Junto con Manuel Colmeiro realizan en 1946, los frescos de la cúpula de las Galerías Pacífico, (Bon Marché Argentino). Este es uno de los conjuntos murales de mayor significación y envergadura en la ciudad. Siguiendo otro camino, el de testimoniar la vida, colores, trabajo y gente del puerto del Riachuelo, del barrio de La Boca, Benito Quinquela Martín, pintó una serie de murales que hoy apreciamos en la Escuela Museo Pedro de Mendoza, en el Teatro de la Ribera, y en otros edificios públicos, como el ex edificio de Obras Sanitarias de la Nación, en Marcelo T. de Alvear y Av. Callao, los del Teatro Regina y tantos otros, algunos de los cuales hemos incorporado a esta selección. Se destacan en la Escuela Museo, especialmente los realizados en cerámica, y de ambos: "El desfile del circo", fabricado por los talleres de la Escuela Otto Krause.

Entre los muralistas de temática claramente combativa, es Ricardo Carpani, uno de los más representativos. Sus pétreas y fuertes figuras humanas, luchadoras, sin claudicaciones, llevan su sello distintivo. El tema reiterado en su obra es del trabajo en las fábricas, las chimeneas, las manos de grandes puños cerrados como símbolo de lucha. Perteneciente al Grupo Espartaco, no es ajena la influencia del brasileño Cándido Portinari. En el manifiesto titulado "Por un arte revolucionario latinoamericano", los artistas proclamaron: "Es imprescindible dejar de lado todo dogmatismo en materia estética; cada cual debe crear utilizando los elementos plásticos en la forma más acorde con su temperamento, aprovechando los últimos descubrimientos y los nuevos caminos que se van abriendo en el panorama artístico mundial" Realizó los afiches de la Confederación General de Trabajadores, entre ellos los de la huelga general de 1961 y los del Cordobazo y varios murales en edificios sindicales, entre ellos, el del Sindicato de los Obreros del Vestido en Tucumán 737. Otro integrante del Grupo Espartaco, Juan Manuel Sánchez, nos ha legado los murales de Paraguay 1269 y Junín 200. Carpani pudo aplicar a su obra mural, algunos de los principios que en la década del 30, surgieron de la revolución mexicana. El devenir de la historia y la asimilación de las luchas por igualdades sociales, habían cambiado las condiciones políticas de 30 años atrás.

Los inigualables murales cerámicos de los subterráneos, únicos por sus características en el mundo, adornan las líneas C, E y D; los más antiguos. En la B, se han realizado otros, desde 1990, de artistas como Mildred Burton, Diego Perrotta, Luis Benedit, Crist, Margarita Paksa, Marcia Schvartz y Guillermo Roux. Entre los más recientes, mencionaremos los de Fernando Allievi, en la estación Retiro de la línea C y los de Hermenegildo Sábat, en el Pasaje Sur de la estación Lima de la línea A.

Mención aparte merece la Galería Santa Fe, con sus murales, obras de Luis Seoane, Leopoldo Presas, Leopoldo Torres Agüero, Gertrudis Chale, Noemí Gerstein, Juan Batlle Planas y Raúl Soldi.

Otras galerías, como la San José de Flores, muestran la obra de Enrique Policastro, junto a la de Castagnino, Spilimbergo y Urruchúa.

En el Teatro San Martín, encontramos las obras de Juan Batlle Planas, Luis Seoane, Juan Ballester Peña, Carlos de la Cárcova y José Fioravanti. Uno de los muralistas de mayor producción en Buenos Aires, Luis Seoane, ha sido lamentablemente olvidado desde las publicaciones de sus obras. "Escenas del Libro de Ruth", el hermoso mural de mosaico veneciano, desapareció al demolerse el Banco Israelita, para dar lugar a la galería comercial Paseo Imperial, en Av. Corrientes 2510. Luis Seoane decía: "...El pintor que se sube a un andamio no es el mismo hombre que el encerrado en su taller. Completa su vida. Su obra será verdaderamente publica y juzgada por una inmensa mayoría. Está en la calle. A bastantes murales dediqué cuanto pude de mi destreza de pintor utilizando distintos recursos técnicos y variando constantemente de procedimientos. Usé juntamente con materiales nuevos, los naturales y arcaicos como la piedra, los mármoles, el hierro y el bronce. Técnicas artesanas muy antiguas como la cerámica, el vitral o el mosaico, cuando no simplemente la pintura con resinas sintéticas producidas por la química industrial. En cuanto a los procedimientos del pasado resultan siempre nuevos y conservan el misterio que proviene de su lejana historia..."

Murales más recientes, de grandes artistas, engalanan la ciudad. Rómulo Macció, Josefina Robirosa, Carlos Alonso y Guillermo Roux, en Galerías Pacífico; Rómulo Macció, Jorge Pérez Célis, Marcelo Carpita y Gerardo Cianciolo en el Club Atlético Boca Juniors; Carlos Alonso, Carlos Gorrriarena, Luis Felipe Noé, Aníbal Cedrón y Rodolfo Campodónico, en el Centro Cultural de la Cooperación; y tantos otros, como los grupos muralistas de la Unión de Trabajadores de la Educación; de Andrés Bestard y de Esteban Ferreira.

El lenguaje del arte mural, variado en la actualidad en cuanto a temáticas y también calidades, incorpora imágenes urbanas reconocidas desde nuestra cultura ciudadana. Aparecen abstracciones, graffitis, caricaturas, personajes del cómic y la historieta y signos representativos de distintos grupos muralistas. El futuro del muralismo en Buenos Aires presenta interrogantes. Si bien ha ido adquiriendo mayor presencia urbana, su permanencia como obra de arte y expresión colectiva de la época, se relaciona también con el espacio urbano y arquitectónico que lo contiene.